Hoy es:

La profe de Educación Física

 Hace poco nos encontramos de casualidad. Sigue, a pesar de los años, igual de rica. En la ocasión no tuvimos sexo y entre jugos, risas y palomitas de maíz le pregunté si podía contar lo que pasó hace ya más de 30 años. Ahí les va. Evidentemente cambié los nombres, pero los hechos son los mismos...

I

Dos años después de nuestra graduación escolar, algunos ex alumnos fuimos llamados por el colegio para contar nuestra experiencia en la universidad y recibir, en una pequeña ceremonia, un reconocimiento por labores destacadas. En mi caso, fue, mientras cursaba el segundo año de educación secundaria, ser el capitán de la selección de Voleibol campeona estudiantil nacional del año 1985.

No tenía pensado asistir, puesto que iba a ser en plena época de pruebas y no quería bajar mis notas. Sin embargo, cambié de opinión después de una llamada telefónica de mi ex compañero y amigo, Gino Cárdenas quien me aseguró que los premios serían entregados por la profesora de educación física, Olivia Valentini, conocida entre nosotros como la chiri, diminutivo de la chica rica.

La profe Olivia fue la inspiración de casi todos nosotros durante la enseñanza media para todas nuestras masturbaciones. Campeona nacional de patinaje artístico, no solo era bonita, pues también ostentaba un culo de antología.

De piel blanca y pelo trigueño, largo y liso. Almendrados ojos de un marrón casi negro, protegidos por largas y encrespadas pestañas. De nariz pequeña y respingada y una generosa boca enmarcada en carnosos y definidos labios.

Delgada, pero de manifiestas y femeninas curvas. Sus medidas eran 95-60-95 en un metro y medio de altura. Siempre vestía en forma deportiva con minúsculos petos y ajustados  buzos que dejaban expuesto su maravillosamente bien formado cuerpo.

La mayor parte del tiempo se notaba sus pezones erectos debajo de la delgada prenda y el contorno claramente definido de su coño debajo del apretado pantalón. Sin embargo, la tarde noche de la ceremonia lucía (y vaya que sí) un vestido de fiesta color violeta, ajustado, con un generoso escote y largo hasta medio muslo. Calzaba zapatos taco alto blancos. Se veía gloriosa.

II

Tras la premiación y durante la cena en tres ocasiones cruzamos las miradas con la profe. En cada oportunidad me regaló una hermosa sonrisa. Comentaba eso a mis amigos, pues solo quedábamos Gino, Alejandro y yo, al tiempo que compartíamos una botella de whisky cuando apareció de improviso detrás de mi asiento, saludando, alegremente.  

Profe: Hola chicos, se divierten?
Gino: hola profe, si… Oiga, permítame decirle que se ve mejor que de costumbre lo que es mucho decir…
Profe: jajaja… y eso que significa exactamente?
Yo: que luce divina como una diosa bajando del Olimpo.
Profe: -girando sobre sus talones- lo crees de verdad o me estás molestando?
Gino: concuerdo con el Dani, usted siempre será para nosotros una diosa.
Alejandro: se toma un traguito con nosotros, profe?
Gino: si, po, profe… nos lo debe. Uno que sea. –Dirigiéndose a mí- Apoya la causa po!
yo: qué le sirvo, profe. Hay whisky, también whisky y creo que nos queda algo de whisky. Con o sin hielo?
Profe: jajajaja… jajajja… siguen igual de payasos.
Yo: no, profe. Ahora lo somos mucho más.
Profe: jajajaja, jajaja… Ya lo veo. Está bien. Dame uno doble sin hielo.
Gino: ya oíste…
yo: sale uno doble para la mesa uno…

Dos horas pasaron sin darnos cuenta conversando, riendo y bebiendo. Ya no quedaba nadie. El cuidador del colegio, luego de apagar las luces, se acercó a nosotros y a unos 4 metros llamó a la profe al tiempo que nosotros abríamos la tercera botella de whisky. Mientras, Gino servía los vasos, el cuidador y la profe conversaban. Menos de un minuto la profe lo abrazó y tras un sentido beso en la mejilla le tomó la mano y acercándose hacia nosotros, dijo:

Profe: Denme un minuto, voy a buscar las llaves.

Menos de dos minutos después llegó con nosotros. Tomó su vaso y lo vació de un solo trago.

Profe: Mire chicos, Emilio no tiene problemas en que nos quedemos un rato más, pero debe ser en silencio o al menos no con tanta bulla. Les parece que nos cambiemos a la sala de profesores. Tiene calefacción y me dio frío…
Gino: la seguimos, profe.
Profe: qué les dije. Tutéenme no más.
Yo: es que nos cuesta, Olivia.
Alejandro: si… es raro, pero me gusta tu nombre.

Mientras conversábamos llegamos a la sala. De inmediato, Olivia, encendió las luces, y prendió la calefacción. Comenzaba a cerrar las persianas cuando se volteó, pues percibió el pesado silencio que se dejó caer. Los tres la mirábamos embobados, pues gracias a sus movimientos pudimos notar que llevaba colaless como ropa interior. Al vernos, sonrió.

La sala de profesores era una habitación con una sola salida y entrada de 8x8. En la muralla enfrente del acceso estaba una puerta que conducía al baño. Había varios ventanales. En la esquina izquierda una cocina, a la derecha un sofá cama de dos cuerpos, una televisión y una mesa pequeña al costado. Al centro, una gran mesa rodeada de varias sillas. Ahí comenzamos.

III

Seguimos bebiendo y conversando de todo, pero nos habíamos cambiado hacia el sofá, sentando a Olivia en él y nosotros en sillas frente a ella. Quedaba menos de la mitad de la botella y los temas fueron subiendo de tono proporcionalmente a nuestra ebriedad. Las risas eran carcajadas y Olivia cada vez que caía en un ataque de esos nos mostraba lo depilada que tenía su entrepierna.

Olivia: jajaja… eres un bruto. Eso no se le pregunta a una dama.
Gino: esa respuesta siempre está en la boca de las damas que no admiten conocer el quirófano.
Alejandro: en cierto modo, Gino, tiene razón, pues una respuesta evasiva a una pregunta directa es una manera de no decir no ni tampoco sí.
Olivia: jajajaja… jajajaj… me van a decir que de verdad siempre pensaron eso?
yo: de qué hablan?
Gino: Le dije que cuando llegó pensamos que se había operado para tener un cuerpo tan perfecto como el suyo. Lo recuerdas?
yo: es cierto. Aunque no lo pensaba desde hace tiempo, pero…
Olivia: pero qué…
yo: pero ahora que la veo de nuevo… Eres tan perfecta, Olivia, que pareces de mentira. Y cuando te casaste, al menos hablo por los presentes, nos mataste. Fue duro ver en tu mano ese anillo.
Olivia: En serio??? Nunca me lo imaginé, chicos. Y hablando del anillo. Espérenme acá, voy a la otra oficina para llamar a mi esposo y decirle dónde estoy y que llegaré luego.
Yo: -en cuanto salió Olivia, dije- Voy al baño.

Al salir, miré mi reloj. Eran las 11 de la noche. Asimismo, noté que la puerta de la oficina donde hablaba Olivia estaba semi abierta. Al escuchar, me pareció interesante, por lo que me acerqué:

Olivia: ya te lo dije, pero te lo voy a volver a repetir. No me esperes despierto. Llegaré tarde. Le daré tus saludos a Margot. Si, la estoy pasando bien con las chiquillas. No, no tomaré más… Si cariño… si, mi vida...

Tras escuchar por un minuto, silenciosamente volví a la sala de profesores.

Yo: Cabros, sin querer escuché a la profe hablando con su esposo…
Gino: lo sabemos. Dijo que lo haría.
Yo: si, pero no dijo que le mentiría.
Alejandro: explícate, Dani.
Yo: Le dijo que estaba tomándose un traguito con una tal Margot y no con nosotros.
Gino: mmmmm…
Alejandro: cabros, opino que veamos qué pasa. Si pasa algo con alguno, excelente, si no… no no más…
Gino: opino que tratemos de follarla. Está demasiado rica. Evidentemente solo si ella da su consentimiento.

Al entrar Olivia repentinamente cayó un silencio sepulcral. Ella, al notar que era el tema de conversación, sonrió.

 Olivia: Gino, sírveme otro, por favor. Saben cabros. No se casen, o al menos no se casen jóvenes. Mírenme a mí. Me casé cuando tenía 23 años. A ver… Claro fue el 85, pues estaba en mi segundo año acá. Ahora tengo 27 y la verdad me siento vieja. Además mi esposo, 15 años mayor, ya no quiere ir a bailar, por ejemplo y eso me da lata, porque a mí sí me gusta… Me entienden o me estoy quejando de llena y soy una mal agradecida?
Yo: Perdóname si no te entiendo, pero Olivia… Lo tienes todo. Qué es lo que deseas?
Olivia: no ser juzgada.
Gino: Juzgada??? No entiendo.
Olivia: me refiero a que uno pueda hacer cosas sin estar sujeta a los estereotipos o ser apuntada por índices de personas hipócritas que querrían hacer lo mismo, pero no se atreven por el qué dirán.
Yo: te entiendo y por lo mismo acá no serás jamás juzgada. A nosotros nos pasa lo mismo.
Gino: Si, Oli, siéntete en confianza de contarnos lo que sea. Lo que pasa en las vegas, se queda en las vegas o al menos eso siempre dice mi papá.
Olivia: saben guardar secretos??? –Ambos asentimos- ok… les molestaría que me saque los zapatos. Me están matando.
Yo: ya le dijo Gino… siéntase libre de hacer lo que le dé en gana.
Gino: pero antes… dinos la verdad, po… te hiciste o no cirugías para verte así de maravillosa???
Olivia: ¿Lo que pasa en las vegas, se queda en las vegas, o no?
Los dos: por supuesto. –nos miramos- jajajaja jajajaj jajaj…
Olivia: -acercándose a la mesa, apoyó sus manos sobre ella, quedando levemente inclinada. Podíamos ver un impresionante escote- saben… todo el mundo cree que mi vida es perfecta, pero… Les interesa escucharme?
Yo: nos sentimos honrados que nos tengas esa confianza. Por favor, continua.
Olivia: Son unos hombres increíbles, gracias… En fin, puedo ser honesta, cierto? Si, si… La verdad es que siento que llevo una vida miserable. Si, en serio. Es cierto, mi esposo es apuesto y generoso, pero no disfrutamos de las mismas cosas… Él viene de vuelta, mientras yo ni siquiera voy a la mitad de la ida.
Gino: pero eso lo pueden conversar… puedes decirle lo que esperas de él y si te ama, tratará de dártelo. Al menos yo en su lugar lo haría.
Olivia: -sentándose en la mesa con las piernas colgando, dándonos la espalda- traigan las sillas para acá, por favor, me cansé. No les importa… ohh… jejeje… veo que no les importa. Les decía, es que si lo hacemos y él me da en el gusto, pero solo cuando se lo pido, nunca por iniciativa propia… Me entienden, cierto???
Yo: En mi barrio se dice que la “escurrí’a es gratis” refiriéndonos a eso mismo. A que ambos deben estar pendientes el uno del otro. Es eso, Oli?
Olivia: Así es, Dani. Es curioso que tú con 20 años, seas más hombre que mi esposo con más de 40. –Tomó su vaso y lo vació de un trago. Gino no tardó en servirle más-.
Yo: Naaaaa. No se trata de eso, es solo que pertenezco a una generación diferente. Y además, cuento con un hombre extraordinario como Papá. Así que no es mérito mío, no al menos, todo lo que me atribuyes.
Olivia: Qué le pasó al niño que egresó de aquí hace dos años… Dónde se metió, porque acá veo a un hombre y no a un cabro chico simpático y gentil.
Yo: Creo que dos años de universidad cambian a cualquiera.
Olivia: Tienes razón. En fin, saben… toda mi vida fui la hija perfecta. Las mejores notas, campeona de patinaje, fui tan perfecta como hija que hasta me casé virgen.
Alejandro: A eso no le veo nada malo.
Olivia: es que… pucha me da vergüenza… pero qué más da. Resulta que hace unos dos meses, una amiga, contando una de sus aventuras amorosas, describió al orgasmo. Y yo nunca he sentido eso que ella dijo sentir.
Gino: pero eso tiene solución, po, Oli.
Olivia: dime, po…
Gino: yo, pues señora… yo…
Todos: jajajaja jajajaja jajajaja.

Al reírse, la profe abría tanto las piernas que mostraba sus calzones blancos. Los tres la miramos fijamente durante unos segundos. Nuevamente se hizo el silencio. Entonces, bajando la vista, levantó levemente las caderas para subirse el vestido.

Cuando quedó su pequeña prenda interior al descubierto no se detuvo. Pasó por encima de su cabeza la ajustada prenda, quedando con sus hermosas y perfectas tetas al aire. Lentamente se tiró hacia atrás, quedando completamente de espaldas, con las piernas desde las rodillas colgando.

IV

No hubo nada más que decir. Gino se ubicó en su entre pierna. Alejandro por su derecha y yo por la izquierda. Primero la acariciamos por todos lados, luego pasamos nuestras lenguas. Mientras me afanaba con su pechuga izquierda. Alejandro hacia lo propio con la otra y Gino no se quedaba atrás tratándole el coño con dedos y lengua.

Los gemidos y quejidos no se hicieron esperar. Menos de dos minutos y la profe, apoyando los pies en las piernas de Gino, levantaba sus caderas para facilitarle el camino aún más a los dedos de Gino y al mismo tiempo que tomaba mi cabeza para que no sacara su teta de mi boca, gemía, llegando a su primer orgasmo.

Unos segundos después, Gino la penetraba como un poseso desde el principio. Duró menos de tres minutos. Acabó en su estómago. En cuanto salió, Alejandro tomó su lugar, follándosela del mismo modo, pero durando menos.

Acabó también en su estómago. Era mi turno. Olivia se limpiaba cuando se lo clavé de una sola embestida hasta el fondo. Sin embargo, a diferencia de mis amigos, quería disfrutarla, por lo que le dejé la corneta metida por algunos segundos para luego, lentamente sacarla casi por completo y meterle de nuevo, pero poco a poco, centímetro a centímetro hasta la mitad.

Entonces, la saqué nuevamente casi en su totalidad y la metí, hasta el fondo pausadamente, casi con ternura. Estuve así por unos 3 minutos cuando Olivia acababa de nuevo en mi polla. Sentía sus fluidos bajando por mis bolas. La profe estaba completamente borracha de placer.

Era exquisito verla clavada en mi corneta. Un sueño que nunca imaginé pudiera realizar. Al cabo de unos minutos más, sentí que me faltaba poco por lo que aumenté el ritmo hasta hacer sonar mis pelotas en su empapado culo. Justo antes de acabar, la miré y sin pensarlo más lo hice dentro de ella. Al terminar me dejé caer sobre ella, besándole las tetas y su estómago.

V

Nos pidió descansar unos minutos durante los cuales ninguno se puso la ropa. Bebimos y charlamos hasta que Olivia, de pronto se paró de su silla y caminando hacia el sofá ubicado al fondo de la pieza. Al llegar a su lado, nos miró y agachándose de manera de mostrar todo su coño y hermoso culo, lo abrió, convirtiéndolo en una cama de dos plazas.

Olivia: -de un salto quedó en medio del lecho, de cara a nosotros- chicos, gracias, gracias… pueden follarme de a uno el resto de la noche… pueden???

Gino fue el primero, pero se la folló por tres minutos, luego Alejandro hizo lo mismo, por la misma cantidad de minutos para finalmente yo… La pusimos en todas las posiciones y Olivia tuvo más de un orgasmo. En la segunda vuelta la puse en cuatro patas. Jugando con la corneta en la entrada de su ano y su coño alternativamente, le tomé su mano para que tocara su clítoris.

Unos segundos bastaron para dejarla sola en eso. Fue cuando comencé a taladrarle el culo. Lentamente, metía la punta, la sacaba. Olivia se quejaba y gemía al mismo tiempo. Poco a poco logré meterle toda la cabeza. 5 mete y saca más y ya la tenía entera dentro. Olivia gritaba y aullaba de dolor y placer.

Fue cuando comencé el mete y saca. Pocas fueron las quejas, pues al poco, los gemidos y quejidos anunciaban que a la profe le gustaba por el culo. Cuando se cumplieron los tres minutos me salí.

Gino acostado a nuestro lado hizo que se subiera encima y le cabalgara la corneta. Luego de unas cuantas embestidas, la acercó hacia él de modo que dejara todo su culo abierto y expuesto. No lo soporté y de una sola vez, se la clavé hasta el fondo.

Nos costó menos de 10 segundos coordinarnos. Y mucho menos que Alejandro se la follara al mismo ritmo por su sensual boca. La profe Olivia, la rica profe Olivia estaba siendo follada por nosotros, por sus tres agujeros y los cuatro estábamos gozando.

No sé cuanto rato estuvimos así, pero fue largo. Al acabar, nos quedamos los cuatro acostados en la cama. Descansamos, tomando y conversando más de media hora.

Olivia: ha sido increíble. Nunca pensé en que se podía sentir todo esto… Les ruego que no piensen que soy una…
yo: oh, vamos Olivia. Hace un rato te quejabas que la gente juzga y eres tú quien está haciéndolo contigo misma, lo que es, perdóname que te lo diga, absolutamente tonto. Sabes, chiquilla, ven para acá mejor será.

Estuvimos follando con la profe por el resto de la noche. A veces los tres, otras dos otras uno… pero casi todo el tiempo Olivia estaba con una corneta embutida y gozando. Cerca de las 6 de la mañana la acercamos a su casa (5 cuadras del colegio).

Al despedirnos, nos prometimos vernos nuevamente, pero en otro lugar más apropiado. Nos dio sendos besos en la boca y partimos. Había sido increíble. Al llegar me conformaba con saludarla y verla toda la noche de lejos con ese espectacular cuerpo, pero resultó que pude follármela hasta por el culo y lo mejor era que cabía la posibilidad cierta de repetirlo…