Hoy es:

La quincena

Relato que da cuenta de cuando fui invitado por unos compañeros de trabajo a follarnos con tuti  y su consentimiento, a la exquisita y putinga esposa del dueño.

I

Les voy a contar lo que me pasó en mi primer trabajo después de titularme en la universidad. Trabajé como encargado de la adquisición y mantenimiento de las tecnologías comunicacionales como los pc, softwares, celulares, notebook, redes y similares en un elegante y sofisticado taller automotriz.

Contándome, en el taller laborábamos 14 personas: 3 mecánicos; 6 asistentes; 3 administrativos y el dueño y su esposa, Karin, quien trabajaba como la encargada del dinero y abastecimiento en el taller. Era quien elegía cuándo, qué dónde y a cuánto comprar lo que fuera necesario para que todo funcionara bien. También cobraba a los clientes y pagaba los salarios.

En ese entonces, contaba con 27 años, 15 menos que su esposo. Rubia con el pelo liso y largo partido al medio y sujeto, normalmente por pinzas de vivos colores. Vivaces ojos azules, nariz recta y medianamente gruesos, pero sí muy locuaces labios que escondían, perfectamente blancos dientes, se conjugaban en un armónico y hermoso rostro.

Delgada y baja. En un metro y medio de altura y a pesar de su delgadez, Karin, ostentaba lujuriosas curvas con medidas de 90-60-90. De piel blanca y suavemente perfumada. Bien formadas tetas, pronunciada cintura, anchas caderas y un parado y redondo culo remataban en largas y contoneadas piernas y sus respectivos pequeños y hermosos pies. Era una linda, calentona y sexy mujer. Toda una hembra. 

Vestía trajes de dos piezas con ajustadas faldas, largas hasta medio muslo y de vivos colores. Apretadas blusas de generosos escotes y chalas o botas con altos terraplenes. Quizás el único rasgo que se escapaba de su noble proceder era cuando reía, pues era frecuente que lo hiciera con sonoras y contagiosas carcajadas.

Llevaba dos años en la empresa. Ya estaba habituado al medio exhibicionismo de la jefa. Sin ir más lejos, el tema de cada mañana con el jefe de los mecánicos, Willy, y uno de sus ayudantes, Gonza, con quienes más interactuaba, pues nos gustaba la misma música y éramos igual de bromistas y pelusones, era con qué ropa llegaría la jefecita.

El fin de semana antes del 15, salimos los tres a beber. Era la segunda vez que los acompañaba. Ya nos despedíamos cuando Willy, 35 años, 1.65 mts. de cabeza rapada y abundante y negra barba, moreno, fornido y definida musculatura, tomándome la mano me dijo, -este mes, quédate a cobrar la quincena.-

No le di más vueltas al asunto hasta el día de pago de medio mes. El reloj avisaba que ya era hora de marchar... Ya me iba como todos los días cuando Gonza, realizando señas con ambos brazos levantados me instaba a acercarme. Me caía bien este aprendiz de 22 años, 1.75 mts. Corto y rojizo pelo. Flaco y desgarbado. Simpático y parlanchín. Eran sus azules ojos su más grande atractivo.

Gonzalo: para dónde se supone que vas, Dani?
Yo: a mi casa... por???
Gonzalo: porque Willy no invita a nadie a quedarse a pagarse la quincena... Me extrañó que lo hiciera contigo... Si te vas, te lo vas a perder...
Yo: tienes razón... lo había olvidado... me quedo...
Gonzalo: genial... ahora a esperar a que todos se paguen y de ahí, más tranquilos entramos nosotros. Espérame acá... voy y vuelvo.

II

Esperé por casi quince minutos. El frío me obligó a ir por un café en el mismo momento en el que Willy ingresaba a la oficina a "pagarse". No más de 5 minutos me demoré en volver. Al llegar descubrí que no había nadie. Esperé por un par de minutos y, no sé por qué, pero en silencio llegué hasta la ventana al lado de la puerta de la oficina.

Casi se me cayeron los ojos con la escena... Habían apilado todos los muebles al fondo y en medio de la habitación dejaron la mesa de la jefa cubierta con un sábana blanca a modo de mantel. Sobre ella estaba la señora Karin, desnuda acostada mirando al techo con sus piernas abiertas, metiéndose los dedos índice y corazón de su mano derecha en el coño a todo vapor.

Alrededor de ella estaba Willy, Gonzalo y un tipo gordo y feo que no conocía, tomando cerveza y alentando a la mujer a incrementar el mete y saca. Los gritos, las escatolalias y las pullas llenaban el ambiente de tal modo que si no hubiese estado viendo la cara de la señora, su orgasmo habría pasado desapercibido.

-Entro o no entro,- pensaba cuando Gonza abrió la puerta y del brazo me tiró para ingresar. 

Willy: -Dirigiéndose a mi- Menos mal que llegaste... estábamos cojos... -Luego, volviendo su mirada a la mujer sobre la mesa- y tú por qué paras... sigue no má... hasta llegar... Oye Dani, te presento al guatón Osvaldo. Ahora escuchen... vamos de a dos con esta putita... yo y el guatón y ustedes dos... ahora, para que vean que soy bueno, nos tiramos al cara o sello quien va primero...

Todos miramos cómo la moneda subía y bajaba, girando en el aire... Tras atraparla al vuelo, la mostró... éramos segundos... Mientras, Karin se retorcía sobre la mesa, avisándonos que comenzaba a disfrutar de su segundo orgasmo de la tarde noche.

Fue la señal que willy, al parecer, esperaba, pues en cuanto Karin se calmó, se puso entre sus piernas y acercándola a la orilla de la mesa, le clavó hasta el fondo su enorme verga de una sola estocada. La jefa, al contrario de gritar de dolor, gimió y segundos después con el mete y saca que de manera inmediata inició se sumaron quejidos y jadeos de placer.

Ya llevaban casi un minuto follando cuando el guatón se unió a la fiesta, ofreciéndole a la extasiada mujer su verga para que la chupara. Karin, en cuanto vio la también grande herramienta no dudó un segundo y de una sola vez se la tragó casi entera.

Unos minutos estuvieron así, con Karin, mirando al cielo en una de las esquinas del escritorio, follándose su boca y coño con aspereza y rapidez hasta que a una señal del jefe de mecánicos, cambiaron de posición.

Así, la jefecita quedó, en la misma esquina de la mesa, de vientre, apoyando la punta de los pies en el suelo, ofreciendo tentadoramente sus dos rosados y depilados agujeros. Los dos hombres intercambiaron posiciones. Una vez acomodados, primero Osvaldo y luego Willy, le penetraron lentamente el coño y la boca, respectivamente hasta que después de unas cuantas tiernas embestidas la mujer del jefe nuevamente tenía dos pollas dentro al mismo tiempo.

Por lo que pareció una eternidad (fue un poco más de 5 minutos) se follaron a la voluptuosa rubia sin piedad. Dos orgasmos más le había contado a la jefecita cuando, Osvaldo en primera instancia y segundos después Willy acababan abundantemente el uno en la entrada del ano y el otro al fondo de la garganta entre jadeos y pullas.

En el minuto que siguió, con Gonza, corrimos el sofá de tres cuerpos. Luego, mientras yo tomaba la mano de la jefa y la llevaba hacia el sillón, mi compadre cubría el mueble con otra igualmente blanca sábana.

III

Justo al lado del sillón, de pie entre los dos sentados, la limpiamos con paños, quitándole el semen que le escurría aún por cuello, tetas y piernas. Hecho esto, gentilmente la sentamos en medio de nosotros para acto seguido suave, tiernamente con nuestras manos comenzamos de nuevo y no por última vez, a estimular el líbido de la mujer.

Por varios minutos acariciamos y pasamos nuestras lenguas por todos los lugares posibles de su perfumada y suave piel desde su cara hasta sus pies. Eso sí, ambos nos preocupábamos de no tocarle el coño. Estábamos en esa, saboreándola. Venía de vuelta de sus finos pies, subiendo, cuando Gonza me da la señal que él se quedaba en sus tetas para que yo comenzara a comerme su caliente y mojado coño.

Gonzalo chupaba con dedicación, metiéndose en cada intento la pechuga casi por completo. 

Karin se desvanecía en un nuevo clímax mientras nosotros cambiábamos de lugar... Al quedar listos, comenzamos, Gonza en el coño, yo en la boca, a jugar con nuestras vergas rozando con la punta ambas zonas, dejando a la mujer, en más de una ocasión con la boca anhelantemente abierta.

Entonces, primero Gonza y segundos después yo, iniciamos un lento mete y saca, introduciendo en varias estocadas recién la cabeza de la corneta... Cada considerada embestida llegaba por ambos hoyos unos centímetros más adentro... 

Al cabo de un rato al llegar al fin del camino ambos nos detuvimos dejando nuestras vergas inmóviles. Karin, sin poder aguantar más la calentura comenzó a mover su cabeza y caderas metiéndose y sacándose ella misma ambas vergas hasta el fondo.

Ambos tomamos su ritmo casi al unísono y estuvimos así por algunos minutos hasta que luego de mirarnos sonriendo los dos cambiamos de ubicación. Por otro rato, al comienzo tiernamente para luego con vigor le follamos el coño y la boca a todo cachete... Gonza aceleró aún más, ya que comenzaba a acabar en la garganta de la jefecita. Yo seguía con lo mío cuando, por primera vez le escuché una frase articulada de Karin. -Quiero que me des por el culo, cabro chico... crees poder?

Con una sonrisa en mis labios, la mirada fija en sus ojos ni emitir palabra, de una vez saqué mi verga de su coño y ubicando la punta en la entrada de su ano comencé a ejercer una firme, uniforme y constante presión. Karin ayudaba a que fuera entrando con cada suave embestida, al separar con sus manos ambos cachetes de su redondo y blanco culo.

Menos de un minuto después, mirándola a la cara, le follaba a todo vapor su dilatado culo. Karin, en tanto, con su mano izquierda frotaba el clítoris como si quisiera prender fuego con el roce. Ambas tetas subían y bajaban
con cada embestida... 

La jefa gritaba y maldecía como una puta, instándome a darle con más ímpetu en cada estocada. El cambio de ritmo y lo apretado de sus cachetes lograron que, dos minutos enterrándole la verga sin piedad, acabáramos los dos entre maldiciones y aullidos.

Willy: ya putita, anda a bañarte que esta noche llegarás tarde a casa... Le avisaste al jefe???
Todos: jajajaja ajajaja ajajaja...
Willy: ya mi putita... vaya que aún tenemos más verga para usted... -Una vez la jefa se metió al baño, bajando el tono de voz, se dirigió a nosotros-. Lo de hoy es premium, cabros... -Tirándole un manojo de llaves a Gonza- toma mono... la roja abre esa puerta... Dale.

En el baño, entrando a mano derecha existía una puerta cerrada con llave por el otro lado que no se usaba. Al lado de éste, por fuera, había otra puerta que también nunca antes había visto abierta y la verdad y por no quedar de intruso, como nadie me dijo nada sobre ella, yo no pregunté.

Tras la puerta había una habitación sin ventanas, pero con espejos de considerables proporciones en todas ellas, incluyendo al cielo. Además conté dos extractores de aire, el acceso al baño, dos sillas alrededor de una redonda mesa de 1.20 mts. de diámetro, una televisión de 50 pulgadas empotrada en la pared del fondo, un lector de dvd, dos veladores con sus lámparas de noche y, en medio de ellos y de frente a la TV y a un costado de la mesa, una alba cama tipo box spring y tamaño king.

IV

Willy: ya cabros, entren y pónganse cómodos... voy por la estrella de la fiesta... -Gritando hacia el baño.- voy por ti, mi putita vip... -parado en el dintel de la puerta que daba hacia la pieza, le dijo,- no, mijita... quédese así no más... mojadita... venga que le vamos a hacer chupete...

Desnuda y estilando agua, la esposa del jefe, entró a la pieza, tomada de la mano del jefe de mecánicos... de verdad que era una hermosa mujer. Hizo que se paseara por todo el lugar como si estuviese modelando, recibiendo una palmada, un pellizco o un agarrón cada vez que se acercaba a alguno de nosotros.

Willy: se las encargo... le gusta que se la follen igual que a una puta... y quiere tres vergas al mismo tiempo... voy y vuelvo.
Osvaldo: y vó pa 'onde vai?
Willy: mejor muere de viejo y no por sapo, guatón aguja... vó dale no má...

La esposa del jefe estaba al medio de la cama a cuatro patas con la cabeza volteada de modo que estaba mirándonos fijamente todo el rato... -Qué esperan los babosos... una invitación por escrito?, ya po... fóllenme...- nos exhortó.

Osvaldo fue el primero y desde la estocada inicial, el mete y saca fue brutal... Cerca de un par de minutos estuvo follándosela hasta que, sacando su verga de manera abrupta dejó el lugar solo para ser ocupado por mi ansiosa corneta.

Al igual que el guatón, le follé el coño a esa exquisita rubia natural por largos minutos hasta que tuve que retirarme solo para ser reemplazado por Gonzalo el que hizo exactamente lo mismo que nosotros... Cuando éste retiró su verga, Osvaldo dio vuelta a Karin y tomándola de los tobillos le abrió las piernas y se la folló hasta acabar en sus tetas unos cuantos minutos después.

Seguí yo, pero no acabé y al salirme continuó con la tarea el ayudante de Willy. Karin se iba desde casi el principio de orgasmo en orgasmo. La jefa estaba ensartada por las pollas de Gonzalo y mía cuando la puerta se abrió. Detrás de Willy alcancé a contar a 4 viejos más... el coño y culo de esta mujer quedarán hechos pebre, pensé, mientras bombeaba a todo vapor, abriéndole aún más, su ya maltrecho esfínter.

Poco después de la una de la mañana me fui, dejando a Karin ensartada en las pollas de dos desconocidos. Había follado casi 4 horas, sin embargo, al dar el último vistazo antes de cerrar la puerta, de igual modo, sentí unas cuantas pulsaciones en la cabeza de mi contenta, pero aporreada verga...

Ni al otro ni al siguiente día vimos a la jefa. En la hora de colación, por Gonzalo supe que a la pobre karin se la follaron hasta tres vagabundos que fueron invitados a participar por Willy justo cuando por casualidad pasaban por ahí.

Después de esa noche, estuve en el taller 8 meses más, durante los cuales pude follarme a la jefecita dos veces, siendo la segunda oportunidad una de esas folladas épicas e imborrables que algún día, espero contarles.