Hoy es:

Mi deliciosa suegrita

Dice el refrán que la ocasión hace al ladrón. En cierto modo, es una forma de decir que cualquiera tomará, hará o dejará de hacer algo si tiene la convicción que su acto quedará sin sanción y debo confesarles que no tengo claridad si le pasa a cualquiera, pero si sé que a mí me pasó y qué bueno que me pasó.

I

Tres años de pololeo y tres años de matrimonio habían pasado como si nada con Tarella. La relación con sus padres, desde el comienzo fue fluida y cariñosa. Él, empresario del transporte. Ella, ama de casa y pujante comerciante de venta por catálogo. Con su papá, Patricio, compartíamos el gusto por el rock, el ajedrez y el fútbol, por lo que forjamos rápidamente amistad.

Olga, su madre, por su parte, siempre fue cariñosa y cercana con mi persona. Muy de abrazos, besos y cariñosos golpes, hasta los hechos que les relataré, totalmente ajenos a la doble intención por parte de ambos.

Les contaré que era una hermosa morena igual de baja que su hija (1.50 mts.). Los ojos casi negros, nariz pequeña, fina y recta, pómulos levantados, labios ligeramente carnosos y perfectamente delineados, estaban enmarcados por cortos, lisos, sedosos y azabaches cabellos.

La madre de Tarella sobresalía por un asombroso, bien formado y aún en su lugar par de pechos que conjugaba con un proporcionado y en óptimas condiciones culo; estilizadas y largas piernas y dos delicados y bellos pies.

Sus atuendos, por regla general, representaban cabalmente su alegre personalidad. En días calurosos eran holgados vestidos de algodón, mini faldas, petos, blusas y camisas ajustadamente escotadas, siempre sin sostenes, y chalas y sandalias con terraplén aunque en la intimidad con frecuencia iba descalza. En los fríos días del invierno, Olga, en casa gustaba de ajustados buzos de algodón de puños en los tobillos con su polerón a juego.

A pesar de encontrar desde el primer día que mi suegra era una exquisita mujer, nunca hubo ni de  parte de ella ni de la mía, insinuaciones o dobles sentidos que dieran pie, al menos vagamente, para pensar en la posibilidad de tener algo más en nuestra actual relación. Los chistes sobre suegras no encajaban con ella.

Éramos una familia que gustaba de viajar a la costa con frecuencia en paseos familiares por al menos el fin de semana. En aquellas instancias siempre íbamos los 4 hasta el nacimiento de nuestro hijo (ahora de 9 meses) cuando el número de aventureros aumentó en uno.

II

Con las ganas nos quedamos de ir a la playa para las celebraciones de fiestas patrias de ese año. Entonces, en las postrimerías de Octubre y con la del pica’o, organizamos con mis suegros un paseo para el fin de semana subsiguiente. El jueves antes de partir, mi esposa tuvo una emergencia en su trabajo por lo que se reuniría con nosotros el domingo en la mañana.

Temprano el viernes partimos mis suegros y nuestro bebé rumbo a la casita en la playa, la que en un ligeramente apartado sitio, el abuelo y papá de mi esposa, tras una sucesión de veraneos familiares, con amor y rigurosidad, diseñaron y construyeron.

Durante el viaje, con mi suegro durmiendo la borrachera en el asiento trasero, entre ademanes y bromas cada vez más calientes traspasamos tácitos límites que habitualmente existen en una relación entre un yerno y su suegra. Todo fueron palabras y anodinos gestos que casualmente permitieron dejar expuestas a mis ávidas miradas, partes de su cuerpo normalmente ocultas al mundo.

Justo antes del almuerzo, mientras preparaba la mesa podía ver a mi suegra, Olga, en un pequeño bikini regalo de su hija, tomando sol en la expuesta terraza. De pronto, apoyando su peso en el codo, giró su cabeza, dejando su mirada fija en la mía.

Olga: me sigues??? Deseo mostrarte algo… -Caminamos hasta la entrada a la pieza de invitados. En el umbral se dio vuelta quedando de frente a mí.- ok… te voy a pagar la apuesta que limpiamente ganaste…
Yo: pero… era una broma…
Olga: o sea… tengo que entender que si hubieses perdido no habrías cumplido???
Yo: si me lo hubieses exigido, por supuesto que sí… pero siempre pensé que era todo broma… Eso no quiere decir que me queje…

Cruzamos el umbral mientras le hablaba. Uno, dos, tres cortos pasos. Nos detuvimos y luego de unos instantes de expectante silencio, sonrió, miró a mi entre pierna y bajó hasta tener la verga a la altura de su rostro. Levantó la vista y por un instante nuestras miradas se cruzaron, Llevó su dedo índice izquierdo hasta sus labios en señal de silencio, susurrando, -shuuuu... esto queda entre nosotros, ok???-

Acto seguido, me bajó el traje de baño, tomó el miembro medio erecto con su mano derecha y con pasmosa lentitud aproximó su boca a él. Podía sentir su la humedad de su boca.. Un momento después, si bien sus sensuales labios rodeaban toda la cabeza de la polla, solo su cálido aliento me acariciaba.

Cerré los ojos y solo me dediqué a sentir a disfrutar del mejor sexo oral que alguna vez tuve y, como por arte de magia. la tensión desapareció. Tras casi medio minuto, abrí los ojos. Lo primero que noté fue la presencia de un gran espejo empotrado en la pared, a la izquierda de la entrada de la habitación de 2 metros de alto por cerca de 3 de ancho. Gracias a su reflejo gocé de una distinta perspectiva, especialmente de sus hermosos senos.

Al mirar hacia abajo, noté sus ojos cerrados y que solo vestía bikini, del que y ras varios ruegos solo se despojó de la parte superior. Durante casi 10 minutos, prácticamente mi suegrita me folló con la boca y con maestría, hay que decirlo. 

En el momento justo aumentó la velocidad del mete y saca. Segundos antes de eyacular intenté sacar de su boca la polla, pero ella, asiéndome firmemente de ambos glúteos lo impidió, tragándose la mayor parte del semen, salpicándose el resto en tetas y muslos.

III

Comimos y luego disfrutamos de una tarde dedicada a limpiar, organizar y mantener toda la casa y sus instalaciones. Así, al tiempo que Olga realizaba el aseo de baños, cocina, sala de estar, comedor y dormitorios, su servidor dejó funcionando los sistemas de agua y luz, limpió y ordenó la terraza y el terreno circundante.

Pasadas las 5 de la tarde, estando en la terraza los tres, cada uno portando un vaso con jugo de naranjas, fuimos interrumpidos por destemplados gritos provenientes del interior de la casa llamando a mi suegrita. 

Olga: me voy a bañar… puedes ver tú qué es lo que quiere ese patán?
Yo: -esbozando una sonrisa cómplice- dale…

Olga, entonces, dirigió sus pasos hacia el baño de su pieza. Pasó rauda frente a su marido sin siquiera mirarlo. Una vez dentro, cerró la puerta, ruidosamente, con pestillo. Tras ella, ingresé yo con mi hijo en brazos. Una vez frente a mi suegro, recostado en una cama sin preparar, dejé al niño en el suelo. De inmediato comenzó a gatear.

Pato: y a esa qué bicho le picó???
Yo: en serio lo preguntas, suegro??? No puedes ser tan cara de palo… mira… si quieres que te diga lo que yo veo…
Pato: qué es lo que ves…
Yo: mira… ya es fome tener que cargarte como si fueras un bulto, inconsciente de tanto tomar, cada vez que festejamos algo… y, sabiendo que hoy partíamos hacia acá, desapareces en la noche. No sería tanto si volvieras… noooo… para más recacha al perla hay que ir a buscarlo… Luego, como para agregar cizaña, da jugo al momento de subirlo al carro, orinándose en los pantalones y gritando incoherencias mezcladas con coprolalias de grueso calibre en contra de tu esposa y enfrente de varios vecinos… y como broche de oro… se enoja porque lo despiertan en la playa para que baje del auto y antes de decirle hola a su esposa la regaña, “y tú… anda a taparte o acaso crees que estás en la playa, simplemente porque Olga, estando en la playa, lucía en forma perfecta, debo agregar, un lindo bikini que tu hija le regaló…
Pato: Qué #@$&#/ç#· son las coprolalias???
Yo: una combinación de ofensas como por ejemplo we… de mier… Se entiende?
Pato: en serio hice todo eso que dices que hice…
Yo: te miraste los pantalones, suegro???
Pato: rayos… tienes razón…
Yo: pato… la negra te ama… sí, hombre… después de todos estos años milagrosamente aún te ama… pero tu comportamiento y actitudes hacia ella, de verdad, la hieren… y eso, te lo aseguro, viejo, las mujeres lo juntan… lo juntan hasta que no cabe más y cuando eso pasa… hasta luego… o te engañan o  te pegan la PLR…
Pato: entiendo que le moleste que tome… pero no se me ocurre qué más puede desagradarle, pues nunca me lo ha dicho…
Yo: en serio no se te ocurre… mira… cuando la conociste… cómo vestía…
Pato: con una mini y una blusa con tremendo escote… se veía de pelos…
Yo: y por qué ahora no le permites usar esas prendas… o te molesta que baile en las fiestas familiares…
Pato: me dices que le molesta eso??? Y por qué no me lo dice…
Yo: para evitarse absurdas e inútiles peleas… estás ahogándola… el problema es que eso termina por aburrir en algún punto y estalla… y cuando eso pasa… es el fin, mi amigo y suegro…
Pato: y que me sugieres que haga…
Yo: escúchala, mímala, consiéntela, déjala ser… en una palabra… ámala… y no solo debes hacerlo, sino que además ella debe sentirlo.
Pato: me estás diciendo que para que la negra sea feliz, yo debo vivir solo pendiente de ella??
Yo: y encuentras eso terrible… es una tremenda, inteligente y exquisita mujer… yo en tu lugar estaría feliz de sacrificarme…
Pato: Que acaso debo olvidarme de mi… de mis necesidades… mmmmm… pide mucho… mejor me pasas ese pack de cervezas y me voy a la pieza de invitados… así no peleamos y la dejo dormir tranquila… o mejor aún… qué haga lo que le venga en gana y mañana nos arreglamos… buenas noches…
Yo: cómo que buenas noches… no son ni las 6 de la tarde… eres un tonto suegro… pero… es su problema… nos vemos… Ven monito… vamos a comprar pan mientras la lela sale del baño…
Olga: -desde el interior- espera, Dani… los acompaño.
Yo: no hay problema… voy por el coche por si se cansa…

IV

El trayecto de ida fue todo risa y bromas… El atardecer estaba perfecto… era uno de esos cálidos y brillantes crepúsculos primaverales tardíos del litoral central… no corría viento. Olga vestía un blanco vestido de algodón sencillo y sexy. Ligeramente ajustado en el busto, lucía un pronunciado escote donde sus tetas de verdad lucían. Desde la cintura hacia abajo caía vaporoso en pinzas hasta un palmo por sobre las rodillas. Calzaba un par de artesanales sandalias…

En el camino de vuelta Olga cayó en un repentino silencio que no intenté quebrar… quería darle su espacio y si tenía algo que decir, pues lo haría, pero solo si ella así lo deseaba… por otro lado, estaba claro que le debía un orgasmo después de la mamada intergaláctica que me dio como aperitivo del almuerzo…

Olga: mira Dani… debajo de ese árbol, el Pato, después de hacer el amor, me pidió que nos casáramos… ven… quiero verlo… -Caminamos por una estrecha y agreste senda casi dos minutos- sabes… hace tiempo que no estaba aquí… antes quedaba más retirado aunque aún es medio escondido…
Yo: quédese ahí suegrita… le voy a tomar una foto…
Olga: dame al niño…
Yo: está dormido en el coche…

La oscuridad terminó de envolvernos minutos después de sacar la enésima foto… De pronto, tras dar un par de pasos hacia el único lugar iluminado del entorno, apoyando su espalda a un adyacente árbol.

Sus ojos brillaban por contenidas lágrimas. Flexionó su rodilla derecha para apoyar la planta del pie en el grueso tronco, levantando con gracia el vaporoso vestido. Su hombro derecho de un momento para otro, quedó descubierto al desplazarse, casualmente, el pabilo que lo surcaba. La mirada fija.

Olga: gracias yerno…
Yo: por…
Olga: por decirle al Pato lo que dijiste…
Yo: ah… claro… de nada… te refiere  a eso de que tiene que cambiarle la maza trasera derecha al carro, cierto??
Olga: jajja… no tonto… me refiero a eso de que soy una tremenda, inteligente y exquisita mujer… y que en el lugar de mi esposo estarías feliz de sacrificarte…
Yo: ahhhhh… eso… no me lo agradezcas… es la pura y santa verdad suegrita…
Olga: oye Dani… me filmarías con mi celular, pero sin revelar tu presencia y hasta el final?
Yo: por supuesto…

Entonces, sobre el coche dejé el celular de mi suegrita, filmando para acto seguido, comenzar a tomar fotografías. Ni un minuto habría pasado cuando Olga con felinos movimientos, terminó por sacarse el vestido, dejando su hermoso par de tetas y depilado coño expuestos a mis lascivas miradas… -sigue-, me dijo…

Luego, con felinos movimientos se despojó completamente del vestido y del colaless, quedando completamente desnuda excepto por sus sandalias en un lugar público a las 7 pm… Seguí disparando el obturador… excitado, pues comenzó a tocarse, logrando calentarse auténticamente. Dejé la cámara para tomar el celular y filmar acercamientos más nítidos.

El ladrido lejano de un perro acompañaba los gemidos de mi suegra producto del intenso orgasmo que Olga comenzaba a experimentar, tras menos de 3 minutos acariciándose. Abrió los ojos y levantó la vista… Sonrió.

Yo: que audazmente bella eres, Olga…
Olga: gracias… aun así, éste no cuenta…
Yo: que bueno…

Me acerqué y sintiendo el calor de su desnudo cuerpo la tomé entre mis brazos y nos dimos un húmedo, apasionado y amoroso beso que alcanzamos a repetir dos veces, pues íbamos por el tercero cuando un quejido nos recordó que mi hijo estaba ahí… Olga se vistió y nos fuimos en un cálido y cómplice silencio a casa.

Una vez en ella. Preparamos juntos la once. Cada vez que alguna parte de nuestros cuerpos se tocaban, ambos torcíamos nuestras cabezas con el fin de darnos un tierno beso en la boca. Comimos y luego de acostar al niño, volví al living.

V

Olga bebía una cerveza mientras sentada en una silla en la terraza, de espalda a mí, enfocaba su atención en la brillante pantalla del celular. Sobre la mesa baja sobresalía otra cerrada, esperándome… En el trayecto tomé la cámara, pues quería ver las fotos.

Yo: mira negrita… en varias fotos aparece un tipo escondido en el fondo, mirando... no alcanzo a notar su rostro, pero sí se ve clarito que se está masturbando contigo… pero mírate… eres una diosa, suegrita… de tal palo, tal cototo…
Olga: tienes razón, Dani… y no me di ni cuenta… es malo que me sienta excitada por esto…
Yo: excitada porque alguien que no conoces te espió en una situación, por decirlo de alguna manera, porno???
Olga: precisamente…
Yo: pues… para ser honesto contigo, a mí también me excitó… a ver… préstame tu cel… quiero ver con atención el video que grabó… nada qué ver, pero y mi suegro?
Olga: durmiendo completamente borracho… de nuevo, pero y él, qué tiene que ver?
Yo: es que quiero pagar mi deuda y no quiero que nos interrumpa…
Olga: ahora? Aquí???
Yo: siiii… justo ahora… justo aquí… pero espera… mira negra… en el fondo de la toma… a la derecha.
Olga: ohhh… se está masturbando…
Yo: observe suegrita con las ganas que el hombre se la jala por usted… ya po… déjame pagar mi deuda…
Olga: pero se ve todo desde la calle…
Yo: esa es la idea…
Olga: no puedo creer que digas eso…
Yo: negrita… es una broma… no busques ofenderte… por otro lado, no puedes negar que estamos en la playa, fuera de temporada… sin una pizca de viento o frío y mejor aún… no hay nadie… mira… durante el día que hemos estado aquí, has visto pasar a alguien?
Olga: en realidad, ahora que lo pienso, no he visto pasar a nadie en todo el día…
Yo: los únicos que nos pueden interrumpir son el bebé y tu esposo… a no ser que usted no quiera…
Olga: no es eso…
Yo:  entonces suegrita… qué es?
Olga: -con cara y tono de voz de niña inocente- me harás lo mismo que le haces a Tare?
Yo: y cómo sabe lo que le hago a su hija???
Olga: lo sé…
Yo: si eso es lo que quiere… Entonces, bueno sería que te desnudaras y acostaras sobre la mesa de la forma más cómoda que encuentres, pero mirando al cielo... el resto lo hará, con pesar y de mala gana, por supuesto, su seguro servidor, o sea, yo.
Olga: jejeje… hasta en momentos como estos bromeas… eres incorregible y entiendo el por qué le gustas tanto a mi hija… 
Yo: bromeo cuando estoy nervioso… cuando veo reír a los otros, me relajo…

Apoyado en la baranda de la terraza de espalda a la calle, las palabras me brotaron por inercia, pues mientras las emitía, contestándole a mi suegra, mis ojos fijos más allá del piso compuesto por uniformes tablas de pino, denotaban que la mayor parte de mi mente no estaba ahí.

Al volver a la realidad, instantes después, pude ver a Olga sobre la mesa frente de mí, sonriendo maliciosamente, erizados los pezones, sus rodillas separadas, el coño exudando discretamente transparentes fluidos, apoyada en los codos, entregada.

VI

Una vez a su lado, con la mano derecha comencé a estimular su ya húmedo coño. Al mismo tiempo, chupaba efusivamente sus asombrosas tetas. Al cabo de más de un par de minutos, introduje en su caliente conchita, en un lento y progresivo mete y saca, mis dedos anular y corazón.

Intempestivamente cambié el movimiento por un repentinamente rápido sube y baja en apariencia brusco que no tardó en surtir efectos, pues antes de cumplirse el tercer minuto y entre sonoros gemidos, Olga iniciaba una secuencia de varias eyaculaciones que la tuvieron por largos segundos sumergida en un profundo y continuo estado de éxtasis.

Con el rabillo del ojo, a mi derecha, divisé a un mirón que desde las sombras, llamado, creo yo, por los audibles quejidos de mi suegra. Después de pensarlo por unos segundos, acerqué mi boca a su oído, besándolo con tierna lujuria.

Yo: que exquisita hembra es usted, suegrita…
Olga: ahhhhh… eso crees, yerno?
Yo: no es lo que yo crea, pues estoy seguro que quien sea que esté en mis zapatos ahora, diría lo mismo… por ejemplo podríamos preguntarle al tipo que desde hace un rato, escondido detrás del seto del frente a unos 20 metros, se masturba como adolescente contigo… no te muevas… eso es lo que haremos… Oiga… usted… venga… no tenga miedo… venga…
Olga: -sentada, con la cara roja de vergüenza, tapando sus partes prudentas- Dani, no…
Yo: -el hombre de unos 50 años se detuvo un metro antes de la baja cerca de madera- buenas noches, me llamo Daniel y ella Olga.
Hombre: buenísimas noches, diría yo… mi nombre es, Emilio y si me permiten el atrevimiento, agregaría que verla, hermosa dama, ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida… al mismo tiempo les pido disculpas por interferir en su intimidad, pero fue… imposible no mirar… es usted maravillosa…
Olga: -sacando pecho a medida que escuchaba al extraño. Sus siguientes palabras estuvieron acompañadas por elocuentes ademanes de sus brazos que permitieron tener una espléndida visión de sus, de nuevo, excitados pezones.- es usted muy gentil, don Emilio, y acepto sus disculpas…
Yo: Buenas noches… le agradezco cada una de sus sinceras palabras, pues no solo son elocuentes, sino que además premonitorias, ya que contestan una pregunta ahora innecesario enunciar. –mirando a Olga, levantando ambas cejas y desviando mis pupilas hacia Emilio- ves que tenía razón… -volviendo nuevamente mi atención al viejo- por qué no nos acompaña, don Emilio… Le sirvo algo?
Emilio: Agua por favor…

Mientras ingresaba a la casa, Olga bajó de la mesa y luego de calzarse su vestido (sin ropa interior), tomó asiento en una cama para tomar el sol. En pocas palabras entendí lo caliente y lubricado que tenía el coño y las animales ganas de follar que la consumían por dentro.

Olga: Qué hacemos…
Yo: Es decisión tuya, negrita, pero lo que sea que prefieras estará bien para mí…
Olga: te parece que haga lo que me pida?
Yo: jejejeje… quiero ver hasta dónde llega esto… ten en mente que para cuando tú lo digas… ¿estamos?
Emilio: -en el momento en el que Olga asentía con la cabeza, ingresaba nuestro invitado-. Hola de nuevo, le molesta que me siente a su lado, mi bella dama…
Olga: no faltaba más… por favor…
Emilio: -una vez ubicado a escasos centímetros de ella- Ahora sí estoy ubicado en el mejor lugar de la habitación… me presento: soy Emilio Sánchez y estoy viviendo en una casa de la villa contigua, que un amigo tuvo la gentileza de ofrecerme, desde hace, justo ayer, dos meses, debido al fallecimiento de su compañera de toda la vida debido a un fulminante cáncer.
Olga: lo siento, Emilio…
Yo: Algo de música???

Dejé a mi suegra, conversando animadamente con nuestro nuevo conocido por menos de un minuto. Al volver reían a carcajadas. Él se había cambiado, ubicándose a dos metros de ella, frente a frente. Ella, cruzada de piernas, la cabeza echada hacia atrás, parecía estar disfrutando de la situación.

VII

Me senté a su lado, comenzando a besar tierna y húmedamente su cuello y alrededores al tiempo que, con la diestra, separaba de par en par sus largas piernas, dejando expuesto a los ávidos ojos de nuestra doliente visita su depilado y anhelante coño.

Nos besamos con ardorosa pasión repetidamente en un expectante silencio, abruptamente interrumpido por Emilio, quien, verga al aire, con pasmosa lentitud jalaba de ella sin decoro alguno.

Emilio: wow… insisto… eres la mujer más hermosa y sexy que he conocido… -por casi medio minuto de ansioso silencio, por sus ojos solo brotaba lujuria- no me molestaría que follaran delante de mí… es más, hagan cuenta que están solos, prometo no interferir…

Sin mediar palabra, mi suegra se puso de pie, quedando de espalda, medio metro delante de mí, aún sentado. En un fluido movimiento se desnudó. Luego, manteniendo la mirada del recién conocido, abrió las piernas y ayudada por su mano, ubicó mi verga en la entrada de su caliente coño, clavándosela en una sola estocada hasta el fondo.

Una vez tuvo toda la verga en su coño, comenzó a mover sus caderas cada vez más rápido, frotándose en cada pasada su nuevamente estimulado clítoris con ansiosa pasión sin pausa alguna hasta el orgasmo.

Los espasmos del clímax, llevaron a Olga a, sentada aún en la verga, inclinarse hacia adelante, exponiendo su rosado y palpitante ano. La dulce embriaguez del placer carnal la mantenía en un estado en el cual su cuerpo totalmente liberado de la razón, tomaba decisiones por sí mismo, desplazando hacia posiciones secundarias a la voluntad y el buen juicio.

Aún mantenía separadas las piernas, la verga hasta el tope, la cabeza gacha, sosteniendo el peso de su cuerpo en sus manos, apoyadas en mis rodillas, agitada la respiración cuando con mi mano izquierda en su cadera, la instaba a recomenzar lo que estaba, hasta hace solo unos segundos, haciendo, al tiempo que con el dedo índice de la derecha, llevaba fragantes y espesos fluidos desde su penetrada conchita hasta su palpitante culo.

Olga: -al sentirse penetrada por el culo hasta la primera falange de mi dedo- ay… por ahí no… duele…
Emilio: -ya sin pantalones, parado a medio metro de nosotros, jalando como poseso su verga- no sea así mi morenita sabrosa… dele en el gusto al hombre… no le cuesta nada…
Yo: por qué no se para, mi negrita hermosa y se me pone en cuatro patitas, como una perrita en celo… eso… así mismo… quiero que te toques el clítoris mientras con mi verga follo tu coñito y con mi dedo, estimulo tu culito…
Emilio: -al notar que Olga lo miraba, evidentemente esperando su opinión- dele de nuevo en el gusto al hombre, mi diosa mulata… quiero seguir disfrutando de usted…

La expresión en el rostro de Emilio al elucubrar en su mente la loca idea que la hermosa morena que recién conocía había ejecutado sin pestañear cada una de las peticiones que su boca expresó, fue una clara mezcla de escepticismo por lo increíble de la situación y el ferviente deseo que sus ensoñaciones fueran acertadas.

Por estar absorto en sus pensamientos no se percató de inmediato que el cambio de posición, ubicó la boca de la pequeña y lujuriosa morena a no más de 30 cms de su rígida verga. Volvió de su mundo interior al escuchar los gritos de dolor mesclados con prolongados y femeninos gemidos de placer que mi suegrita, entregada, emitía al ser penetrada por el coño con mi verga y el culo por uno de mis dedos con determinada pasión.

Emilio: -sin sacarle los ojos de encima a su propia erecta verga- sería una impertinencia pedirle a la señora que me la chupe… es que…

En cuanto lo escuchó, mi suegra abrió su boca y ansiosa acopló la mamada al ritmo al cual desde hacía un buen rato, estábamos follando. Verla aceptar mamarle la verga a un desconocido fue demasiado.

Sin notarlo, saqué el dedo de su culo con el fin de asirla de las caderas, utilizando ambas manos, con el solo fin de aumentar la velocidad del mete y saca exponencialmente hasta que, un par de minutos después, anunciarle que estaba a punto de acabar.

Olga: -sacándose la verga de Emilio por dos segundos- lléname con tu semen… quiero sentir tu leche caliente dentro de mi…

Menos de medio minuto después, con enorme placer, eyaculaba ingentes cantidades de semen dentro del hinchado coño de mi rica suegrita. Instantes después, tomándola de la cabeza con ambas manos y entre apagados jadeos, nuestro afortunado desconocido hacía lo propio en su cavidad bucal, con evidente satisfacción.

Olga: -tras escupir los restos de semen de Emilio, de pie, la piel de gallina- bueno chicos… fue un verdadero placer… gracias, pero me dio frio y estoy rendida… les pido me perdonen por, a partir de este momento, no seguir contando con mi presencia… buenas noches…  
Emilio: el placer fue todo mío por lo que el que tiene que dar las gracias acá, no eres tú, sino yo… gracias…  y a ti, Dani… gracias también… que tengan buenas noches… nos vemos…
Yo: pienso lo mismo que Olga… fue un placer… que estés bien…

Después de despedirme y cerrar la casa, fui directamente a mi cuarto. La puerta de la habitación de mis suegros estaba cerrada. Los ronquidos del Pato eran de campeonato y me convencieron de desistir tocar. –lo que tiene que soportar, mi suegrita, pensé justo después de penetrar en la oscuridad y, tal cual estaba, me dejé caer sobre la cama, cayendo al instante en un profundo y pacífico sueño.