Hola, me llamo David y tengo 79 años y les quiero contar, antes de estirar la pata, lo más asombroso que me pasó en la vida. Tenía 44 años, un tórrido divorcio y dos hipotecas y, en un vuelco del destino, que no quería tomar, terminé conociendo a la mujer que me cambió para siempre. Todo ocurrió en el desarrollo de un seminario de 5 días del que sí saqué muchísimo provecho laboral, en un exclusivo resort de República Dominicana, al que, dijo el gerente, por mi bien, fui obligado a asistir. En la empresa, todo el mundo notaba que el divorcio me había afectado. Quizás por esa razón, mi jefe, el gerente general, al calor de un vaso con buen whisky, en una informal reunión en su oficina, me informó que tendría el honor de representar a la empresa en el seminario anual de seguridad ciudadana y privacidad. Mis protestas fueron vanas, pues terminó siendo una orden directa de mi superior, argumentándome casi en tono de ruego que era por mi bien. Así, de la noche a la mañana, empaqu
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